Mi gobierno es, dentro de la Constitución, de extrema izquierda.

Adolfo López Mateos

Por Oscar Juárez, politólogo.

Los votantes, tu vecino o tu tía, mandaron al diablo el arreglo institucional de la transición política mexicana hace seis años. indignados, supongo que, como tú, por tanta inseguridad y pobreza; dieron así un firme golpe sobre la mesa de la democracia electoral para que, en su desagravio, emanará un movimiento social dirigido por Andrés Manuel López Obrador mandatado en las urnas para impulsar la transformación del país, de ahí que, a ocho meses de concluir esta administración federal, el presidente anuncie un paquete de iniciativas de reforma social, laboral, fiscal, judicial, electoral y pensiones. Emplazará a la oposición en el Congreso para polarizar el voto en junio, tener narrativa de futuro y atizar el fuego del antipriismo y antipanismo entre los electores apartidistas. ¿Qué hizo enojar tanto al votante mediano para hacer añicos a los partidos políticos nacionales que controlaron las alternancias presidenciales con la ley de hierro de la oligarquía por más de 30 años?

Imagen: Real Estate

Del Pacto de Chapultepec al Pacto por México.

Algo de historia política para entender nuestro presente. 1994 será recordado por muchos de nosotros como el año de “los demonios andan sueltos” en el país marcado por el asesinato de Luis Donaldo Colosio y Mario Ruiz Massieu; un año que fue fin de época del partido dominante priista y la adopción de una agenda de paz, democracia y dignidad empujada desde abajo por los rebeldes zapatistas en Chiapas y empujada desde arriba por los financieros iliberales en Wall Street.

El arreglo institucional para transitar la doble crisis sexenal consistió en pactar un acuerdo de transición política en el Castillo de Chapultepec entre la Familia Revolucionaria del PRI con las emergentes élites del PAN y PRD para que los votos contarán y contáramos con un sistema de órganos constitucionales autónomos que lo hicieran posible sin poner en cuestión el principio básico neoliberal: disciplina en la política monetaria a través de un banco central conectado a los mercados globales financieros. El Pacto de Chapultepec funcionó relativamente con gobiernos federales divididos y gobiernos locales yuxtapuestos. Carlos Salinas fue sacrificado simbólicamente como chupacabras, hubo alternancia presidencial foxista, el EZLN continua en la lucha contra el olvido y las entonces nuevas burocracias políticas aprovechan los mecanismos electorales de la alternancia partidista para enriquecerse sin pudor y sin provocar una crisis sexenal y con relativa impunidad dado que capturaron los órganos de control constitucional desde el Poder Legislativo. Durante ese tiempo de la nombrada normalidaddemocrática y rescates bancarios, dos tercios de los mexicanos quedaron de lado de la pobreza con cada vez más calles inseguras, familiares en desaparición forzada, más asaltos y más malos servicios públicos mientras la élite política asciende a los deciles más altos de ingresos económicos, poco transparentes pero explicados por lógicas de dominación económica, fiscal y judicial:

  • El arreglo económico: la disciplina financiera exigida por la banca mundial aquí fue entendida por la tecnocracia partidista como una autocompra de activos públicos para volverlos sus propios negocios privados en mercados sobre regulados apalancados de modo subsidiario con nuestros recursos fiscales; desde el agua y las carreteras, hasta los hospitales y la electricidad. A eso llamaron modernización.
  • El arreglo fiscal: la miscelánea fiscal, esa coladera hecha para la evasión y el privilegio de no enterar ingresos a la autoridad hacendaria, protegió la acumulación de riqueza hecha a la sombra de las privatizaciones a modo y el blanqueo de activos; recargando la recaudación de impuestos en los contribuyentes cautivos. A eso llamaron finanzas públicas sanas.
  • El arreglo judicial: la impartición de justicia fue utilizada para garantizar impunidad como en el priato autoritario pero ahora utilizando partes del aparato estatal de control social en colusión con el crimen organizado con el único propósito de extraer de manera ilegal recursos vía extorsiones, secuestros y violencias en territorios sin ley. La impunidad se hizo forma de estado, 9 de cada 10 delitos denunciados quedan sin sentencia y el país es una fosa clandestina con más de 100 mil personas desaparecidas. A eso llamaron guerra contra el narco.

Al empobrecimiento y sometimiento violento de la sociedad mexicana, las élites de la alternancia partidista respondieron con programas sociales focalizados y mediados por sus dispositivos clientelares para activarlos electoralmente en cada campaña política: a más pobreza y violencia, mayor control de votos. Sin embargo, la pobreza urbana adoptó con la globalización del internet formas cada vez más deslocalizadas, fragmentadas e individualizadas que fueron debilitando los formatos clientelares duros y mediáticos tradicionales: las ciudades dejaron de tener un canon corporativo. La primera eclosión social fue la libertad y el desorden político urbano.

Imagen: Lamula.Pe

A fin de acotar las libertades democráticas, las emergentes élites aprovecharon el desorden urbano para alimentar nuevas redes criminales, que a su vez extraían recursos de la sociedad y, así justificar el endurecimiento de los aparatos coercitivos del viejo régimen autoritario, presentados como  productos de consumo cultural tipo noticias, documentales, bioseries, corridos bélicos tumbados y otras alegorías normalizadoras de las violencias sistemáticas para manetener en funcionamiento el régimen de alternancias bipartidista de la derecha.

El electorado apartidista fue creciendo en este periodo de alternancias y las identidades políticas cada vez fueron adoptando posiciones más críticas sobre los pobres resultados de gobierno y la cada vez más recurrentes salidas violentas de las disputas por el poder en cada vez más ciudades del país. El elector de la alternancia castigó al PAN y luego al PRI. Ambos partidos dejaron de representar lo social para solo representarse a sí mismos, diluir los bordes políticos de partido y ensamblarse pragmáticamente cada vez más en la lógica del reparto presupuestal sin rendir cuentas a nadie y sin hacer gobiernos decentes para la gente.

El malestar impolítico con los partidos nacionales es convertido en el combustible del crecimiento electoral de López Obrador, traducido en una bisagra legislativa capaz de obstruir la agenda panista de Luis Videgaray Caso. La salida fue ampliar la mayoría legislativa del PRI y formar un gobierno unificado de coalición con el PAN y PRD, que publicitaron como el Pacto por México. Esta coalición diluye definitivamente así las diferencias programáticas partidistas y envía un letal por realista metamensaje al votante mediano: son todos iguales.

El sentimiento popular de desafecciones políticas hacia los partidos firmantes del Pacto por México permitió a Morena crecer como el único partido opositor hasta dos dígitos, incluso por encima del PRD o PAN en distritos urbanos durante la elección federal de 2015.

Del Pacto por México a la Cuarta Transformación.

El presidente López Obrador es un eficaz traductor de la base emocional que alimenta a Morena.

Si dice mandar al diablo a las instituciones de la transición política mexicana, es porque esta mandatado por el votante para hacerlo. El sentimiento impolítico hacia los partidos del Pacto por México es intenso: hoy 8 de cada 10 votantes rechazan a panistas y priistas, mientras que el partido del presidente ha ganado 16 de 21 elecciones estatales. El PRI solo es gobierno en Coahuila, el PAN solo es competitivo en Guanajuato y Querétaro y el PRD no pudo ganar ni una sola sección electoral en el Estado de México el año pasado. La segunda eclosión social es el movimiento líquido obradorista.

La 4T para el presidente López Obrador más que una racionalidad legal burocrática de gobierno es un momento maquiaveliano donde la virtud republicana de tradición atlántica -en la forma de tradición atlántica de J. G. A. Pocock- despliega las otras racionalidades del riscontro para acreditar, en la ocassione dada por fortuna, toda la potencia del liderazgo carismático y alinearlo emocionalmente con los sentimientos nacionalistas inspirados en sus propios referentes como Morelos, Juárez, Flores Magón, Villa, Cárdenas, López Mateos, Felipe Ángeles y Carillo Puerto.

Imagen: Foro Jurídico

Los ejes narrativos obradoristas son de contraste histórico, no son de gerencia pública. El discurso presidencial está alimentado siempre en la lógica política amigo-enemigo mediante clivajes categóricos tipo el neoliberalismo mundial contra el humanismo mexicano; el privilegio contra el bienestar; la oligarquía contra al pueblo; la violencia contra el amor; lo conservador contra la transformación. Justo por este motivo emocional, por este pathos que mantiene la unidad política del movimiento social, el presidente López hace un llamado a sus bases sociales: “No debemos apartarnos de nuestros ideales y principios”, en el momento mismo donde Morena recluta a granel candidaturas a gobernadores, ediles municipales y parlamentarios de PAN y PRI que ponen en cuestión los ideales y deshacen la narrativa emocional del movimiento para lograr un gobierno unificado mediante el voto de continuidad.

La administración obradorista no tiene una agenda socialdemócrata, más bien, es un estilo personal, parafraseando a José Agustín, de una izquierda atinada lopezmateista centrada en reestabilizar el país y rediseñar las instituciones de la transición política mexicana para reconstruir las potestades estatales pérdidas durante el periodo postsalinista.

El diagnóstico presidencial coincide con el sentimiento popular del país: hace falta Estado (Rechesstaat) para regir los flujos de la globalización. Las palancas del nuevo régimen son hoy la revocación de mandato y el partido-movimiento, que sumadas, constituyen una fuerza líquida que brota de los deciles más pobres de la población mexicana y que son los beneficiarios de la nueva política salarial, los subsidios y las transferencias federales directas, una fuerza que atraviesa la frágil entelequia del sistema de partidos.

Hoy debemos construir otro modelo partidista con el ciudadano en el centro de la representación democrática. Vivimos un nuevo tiempo mexicano, un tiempo protagonizado por mujeres en la contienda presidencial. Claudia Sheinbaum terminará la etapa de precampaña con más de 50% de intención de voto. López Obrador iniciará el último año de mandato federal con casi 80% de aprobación ciudadana gracias a una economía en expansión por el nearshoring, el aumento en los salarios, el volumen de obra pública en el sureste mexicano, el súper peso y el crecimiento de la inversión privada directa. PRI y PAN, por su propia cuenta, en un asalto de sombras, destrozándose a causa de la acefalía de sus dirigencias nacionales por las migajas en Coahuila.

@Oscar_Juárez

Nota: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

Sobre el mismo autor: La defensa local de la 4T. Lo encontrarás en el siguiente enlace: